El domingo pasado, mientras jugaba un partido de baseball, con los amigos de la iglesia a la que asisto regularmente, sufrí una pequeña lección muscular en la espalada, que de inmediato me obligó retirarme del juego.
En las horas de la noche el dolor en la espalda era insoportable. Pese a que consumí varios calmante y relajantes musculares la mañana siguiente no pude pararme sólo de la cama, cuando me pare de frente al espejo vi como mi cuerpo parecia un banano, totalmente torcido. (algo así).
Pase toda la mañana del lunes en la Clínica Ampére esperando ser atendido por un médico, (ya saben como es de lento el servicio de salud aqui, entras siendo un niño y sales con canas) espere 4 horas y cuando finalmente fui atendido, la doctora, me dice: "No te preocupes, lo suyo no es grave, la semana siguiente su dolor desaparecerá. Y no te puedo enviar ante un especdialista porque no vale la pena".
Insiste en que debia ser enviado a un terapeuta y ella solo dijo que eso no era necesario, que no me preocupara. Sali caminando como pude, chueco, torcido, con un dolor que no me dejaba en paz y con el corazón herido por sentir que si hubiese estado en mi pais, subdesarrollado y todo, habria sido enviado de inmediato ante una persona que me habria quitado ese dolor, ese problema y de paso me habria dado una excusa medica para no asistir al trabajo al menos por una semana.
El martes seguía igual de "torcido", entonces una amiga me recomendó un "sobandero" pero que vivía en St Sulpice, un púeblo a 53 kilómetros de mi casa.
EL dolor el mircoles eran tan insoportable que no podia pasar mas de 5 minutos manejando, pues mantenerme sentado era imposible, por ello le pedi a una amiga que condujera por mi, mientras yo iba acostado en las sillas de atras.
Con dolor y mucha dificultad caminé desde mi carro hasta la pequeña sala de consulta del "sobandero". El hombrecito, un quebeco de lentes y gruesos y algunos 50 años encima, me pidio que me quitara la camisa y que me acostara boca abajo, hundió sus pulgares en mis espalda con toda su fuerza, e dolor hizo que salieran lagrimas de mis ojos, no grite solo por no parecer un chiquillo ante los demas clientes y mi amiga que esperaba afuera. Pero magicamente despues que quito su mano el dolor se fue, y pude moverme sin sentir nada. Luego masajeo un poco la zona, aplico un poco de aceite y volvio a hundir sus pulgares pero esta vez con mas suavidad. 5 minutos despues sali caminando como un hombre nuevo.
En las horas de la noche el dolor en la espalda era insoportable. Pese a que consumí varios calmante y relajantes musculares la mañana siguiente no pude pararme sólo de la cama, cuando me pare de frente al espejo vi como mi cuerpo parecia un banano, totalmente torcido. (algo así).
Pase toda la mañana del lunes en la Clínica Ampére esperando ser atendido por un médico, (ya saben como es de lento el servicio de salud aqui, entras siendo un niño y sales con canas) espere 4 horas y cuando finalmente fui atendido, la doctora, me dice: "No te preocupes, lo suyo no es grave, la semana siguiente su dolor desaparecerá. Y no te puedo enviar ante un especdialista porque no vale la pena".
Insiste en que debia ser enviado a un terapeuta y ella solo dijo que eso no era necesario, que no me preocupara. Sali caminando como pude, chueco, torcido, con un dolor que no me dejaba en paz y con el corazón herido por sentir que si hubiese estado en mi pais, subdesarrollado y todo, habria sido enviado de inmediato ante una persona que me habria quitado ese dolor, ese problema y de paso me habria dado una excusa medica para no asistir al trabajo al menos por una semana.
El martes seguía igual de "torcido", entonces una amiga me recomendó un "sobandero" pero que vivía en St Sulpice, un púeblo a 53 kilómetros de mi casa.
Si un sobandero, como los que hay en latinoamerica, esos que arreglan fracturas, tendones recojidos, hombros y codos desencajados, y todo eso
Tomé el teléfono y pedí un rendez-vous, me lo asignaron para el miercoles a las 3 de la tarde.EL dolor el mircoles eran tan insoportable que no podia pasar mas de 5 minutos manejando, pues mantenerme sentado era imposible, por ello le pedi a una amiga que condujera por mi, mientras yo iba acostado en las sillas de atras.
Con dolor y mucha dificultad caminé desde mi carro hasta la pequeña sala de consulta del "sobandero". El hombrecito, un quebeco de lentes y gruesos y algunos 50 años encima, me pidio que me quitara la camisa y que me acostara boca abajo, hundió sus pulgares en mis espalda con toda su fuerza, e dolor hizo que salieran lagrimas de mis ojos, no grite solo por no parecer un chiquillo ante los demas clientes y mi amiga que esperaba afuera. Pero magicamente despues que quito su mano el dolor se fue, y pude moverme sin sentir nada. Luego masajeo un poco la zona, aplico un poco de aceite y volvio a hundir sus pulgares pero esta vez con mas suavidad. 5 minutos despues sali caminando como un hombre nuevo.
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