Mi hijo cumplió sus primeros 4 años de feliz existencia el 25 de julio, pero como era sábado y ese día habían programado bautizos en la iglesia a la que asistimos, entonces decidimos aplazar su celebración para el domingo. La pequeña fiesta la hicimos en la casa de Sandra, una salvadoreña con un corazón inmenso y quien no dudo un momento en permitirnos hacer la fiesta allá, pues nuestro apartamento no es apropiado para recibir a tanta gente. De la iglesia llevamos las sillas y una mesa para ponerla en el enorme patio de la casa donde hicimos la piñata y la entrega de regalos. Todos estuvimos contentos, especialmente mi hijo, quien disfrutó como él solo de apagar las velas y de jugar con todos sus amiguitos que lo quieren. Nosotros los adultos, como siempre tuvimos que ocuparnos de cuidar de los mas pequeños y aprovechar para pasar una tarde tranquila y relajada, hablando de nuestros propios proyectos, de lo que íbamos a hacer para el invierno y de nuestro viaje a las Cataratas del Niag...
Canadá desde los ojos de un inmigrante latino.